Esta semana España se prepara para el cambio habitual al horario de invierno, una práctica que se lleva a cabo desde 1973. Durante la madrugada del 26 al 27 de octubre, los relojes se atrasarán una hora, una medida que busca optimizar el uso de la luz solar y reducir el consumo energético. Aunque este ajuste genera debate, España no está sola en esta tradición. Todos los países miembros de la Unión Europea siguen la normativa 2000/84/CE, que obliga a realizar dos cambios de hora cada año, uno en marzo y otro en octubre.
El objetivo primordial del cambio de horario es acercar las horas de actividad a las horas de luz solar, lo que ahorra energía en oficinas y fábricas al reducir la demanda de electricidad. Francisco J. Tapiador, catedrático de física, señala que con el incremento del uso de energía solar, el cambio de hora cobra sentido al disminuir la necesidad de almacenar energía. Sin embargo, el beneficio energético que supone este cambio es cada vez menor.
El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía respalda el ahorro argumentando que estas modificaciones representan un ahorro en iluminación valorado en 300 millones de euros. No obstante, el horario de invierno puede tener consecuencias anímicas negativas, como señala Tapiador, al salir de trabajar ya de noche, lo que da la sensación de haber perdido el día.
Existen también voces a favor de abolir el cambio horario, como la Sociedad Española de Sueño, que defiende mantener el horario de invierno de manera permanente, argumentando que coincide mejor con el amanecer y facilita un despertar más natural. Además, el debate se extiende al huso horario, con propuestas de alinear el horario peninsular al de Portugal y Canarias, algo que organizaciones como la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles respaldan.
En última instancia, Tapiador subraya que el verdadero ahorro energético vendría de modificar la rigidez de los horarios laborales más que del cambio de hora en sí. Independientemente de las preferencias, el debate refleja una cuestión compleja que continúa provocando opiniones divergentes en la sociedad española.