La situación en Gaza se ha vuelto cada vez más crítica, según lo ha informado Louise Wateridge, coordinadora superior de Emergencias de la UNRWA. En una entrevista con Noticias ONU, Wateridge describió la desgarradora situación de las familias que han tenido que abandonar sus hogares en las asediadas zonas del norte de Gaza, llevando con ellas solo lo que podían cargar, en medio de desesperación y violencia creciente.
Desde una escuela de la UNRWA en la ciudad de Gaza, Wateridge comunicó que a pesar de los esfuerzos humanitarios desplegados durante casi 50 días, el acceso a las áreas más necesitadas sigue siendo extremadamente limitado. Las Naciones Unidas han tratado de entregar suministros a regiones como Jabalia, pero los residentes enfrentan condiciones críticas. «Hoy he escuchado historias absolutamente horribles», compartió Wateridge, relatando cómo las familias que escaparon de Jabalia dicen que todo ha sido destruido, quedando sin comida ni acceso al agua potable.
Los desplazados han encontrado refugio en las instalaciones de la UNRWA, pero incluso allí la seguridad es precaria. Wateridge explicó que, en búsqueda de seguridad, estas personas han sido víctimas de ataques aéreos, mencionando seis incidentes en refugios escolares de la ONU, lo que subraya que la muerte y la destrucción son una constante en sus vidas.
La infraestructura en la ciudad de Gaza está severamente dañada; todos los edificios visibles muestran cicatrices de guerra. Wateridge describió un paisaje de agujeros de bala y ruinas, con aproximadamente 300,000 personas viviendo entre escombros, mientras intentan encontrar refugio en instalaciones de la ONU debido a la falta de otras opciones.
Con la llegada del invierno, las necesidades son cada vez más urgentes. Wateridge destacó la necesidad de lonas, tiendas y refugios, ya que los desplazados carecen de mantas y colchones, con muchos todavía a la intemperie. La falta de agua limpia es especialmente preocupante, con reportes de personas bebiendo agua de charcos debido a la escasez. Los pozos de UNRWA en Jabalia están dañados y los hospitales han sido destruidos, dejando a las comunidades sin acceso esencial a atención médica.
El trabajo humanitario también enfrenta grandes peligros. Wateridge informó que 247 colegas de la UNRWA han perdido la vida desde el inicio del conflicto. Las condiciones sobre el terreno son extremadamente peligrosas incluso para aquellos que intentan proporcionar ayuda. «No hay absolutamente ningún lugar seguro en Gaza», enfatizó, describiendo un ambiente cada vez más desesperado, con convoyes de la ONU atacados y trabajadores perdiendo contacto con sus familias.
Este deterioro de la seguridad complica diariamente el trabajo de los humanitarios que luchan por cumplir su misión de brindar ayuda esencial a los más necesitados.