Jóvenes Desplazados en las Américas Exigen Eliminar Barreras de Acceso a la Educación

María MR

Elvira recuerda con nostalgia el día que dejó su hogar en Venezuela. Fue una decisión apresurada, impulsada por la difícil situación que enfrentaba su familia. A sus 16 años, se encontró cruzando la frontera hacia Colombia, sin poder llevar consigo su vida anterior ni los documentos necesarios para acceder a la educación. «No me querían recibir en las escuelas por la documentación. Los papeles no estaban apostillados», comparte. Esta situación la privó de continuar su formación académica y le obligó a asumir la responsabilidad de cuidar a sus sobrinos mientras su familia luchaba por adaptarse a un nuevo país.

A pesar de las dificultades, Elvira logró integrarse en una institución educativa colombiana gracias al apoyo del Proyecto de Pedagogía y Protección para la Niñez Refugiada y Migrante, impulsado por ACNUR. En este entorno inclusivo no solo pudo seguir estudiando, sino que también desarrolló nuevas habilidades a través de la radio escolar, un espacio que le permitió compartir su historia y conectar con otros jóvenes que enfrentan circunstancias similares.

Elvira ha superado numerosos desafíos en su camino hacia la educación superior. Ahora, en su tercer año de derecho, recuerda la incertidumbre que la acompañó al graduarse de secundaria. «¿Qué voy a estudiar? No lo sé. ¿Hay recursos? No. ¿Cómo voy a lograrlo?», se cuestionaba. Sin embargo, su dedicación le valió una beca de ACNUR, que representa no solo una oportunidad personal, sino un compromiso con su comunidad.

Situaciones similares viven otros jóvenes de la región. En Honduras, Juan Enamorado, líder de una organización dedicada a empoderar a la juventud, enfrenta una realidad igualmente desafiante. Consciente de que la violencia y la falta de recursos limitan el acceso a la educación en su comunidad, Juan comparte su experiencia, que refleja una lucha constante. «Si sales de la comunidad, no puedes regresar después de las 8:30 de la noche, porque eso representa un riesgo para tu vida», explica. Su trayectoria académica se ha prolongado debido a la necesidad de trabajar y estudiar simultáneamente.

Ambos jóvenes comparten un anhelo profundo: el acceso a una educación de calidad. ACNUR, mediante diversas iniciativas en las Américas, continúa apoyando a los refugiados y desplazados internos, trabajando para derribar las barreras que encuentran en los sistemas educativos. El llamado a la comunidad internacional es claro: colaborar y fortalecer los recursos para garantizar que todos los jóvenes, sin importar su origen, puedan perseguir sus sueños a través de la educación. La esperanza que brinda el aprendizaje puede ser la clave para transformar no solo las vidas individuales, sino también a las comunidades enteras que enfrentan desafíos similares.