Un reciente estudio llevado a cabo por el Instituto de Investigación del Hospital del Mar, junto con el Servicio de Neurología del mismo centro, ha puesto de manifiesto una conexión significativa entre la edad biológica y el riesgo de desarrollar cáncer tras haber sufrido un ictus. Este hallazgo, publicado en la revista Genome Medicine, revela que por cada año de diferencia entre la edad biológica y la cronológica, el riesgo de que los pacientes desarrollen cáncer aumenta en un 6,6%.
La investigación se centró en un grupo de 648 pacientes que habían padecido un accidente cerebrovascular entre los años 2005 y 2014. A lo largo de un seguimiento que se extendió por más de ocho años, aproximadamente el 13% de estos pacientes fueron diagnosticados con algún tipo de cáncer, siendo los tumores gastrointestinales los más comunes, representando el 41% de los casos registrados. La mayoría de los afectados eran hombres con una edad promedio de 73 años, y se observó una mayor prevalencia de cáncer entre aquellos que consumían altos niveles de alcohol.
El Dr. Antoni Suárez-Pérez, investigador principal del estudio, destacó que esta es la primera evidencia concreta que vincula la aceleración de la edad biológica con un riesgo significativamente mayor de cáncer en personas que han sufrido un ictus. Además, enfatizó que la edad biológica es algo que puede ser modificado a través de cambios en los hábitos de vida. Esta observación sugiere que al adoptar estilos de vida más saludables y reducir la exposición a factores perjudiciales, los pacientes tendrían la oportunidad de disminuir su riesgo de desarrollar cáncer post-ictus.
El enfoque del estudio incluyó el uso de avanzados algoritmos bioinformáticos para determinar la edad biológica a partir de muestras de sangre, lo que ha permitido establecer una correlación entre una aceleración de esta edad y un aumento del riesgo de cáncer. Los investigadores consideran que este descubrimiento abre nuevas posibilidades para intervenciones y estrategias de prevención dirigidas a pacientes que han sufrido un ictus.
El Dr. Suárez-Pérez concluyó que modificar los hábitos de vida no solo podría contribuir a desacelerar la edad biológica, sino también ayudar a reducir el riesgo de cáncer a largo plazo en este grupo de pacientes, ofreciendo así una esperanza renovada para una mejor gestión de su salud en el futuro.