Las esperanzas y temores de la población siria se hicieron palpables el mes pasado, cuando muchos pudieron disfrutar de reuniones en espacios públicos conmemorizando el aniversario de eventos cruciales en su historia reciente. Sin embargo, esta alegría se vio rápidamente opacada por un aumento en la violencia, particularmente en la costa del país, donde numerosos civiles perdieron la vida y la ansiedad sobre el futuro se agudizó.
Durante una reciente sesión del Consejo de Seguridad de la ONU, Geir Pedersen, el enviado especial para Siria, expuso la crítica situación actual, caracterizada por enfrentamientos entre grupos armados, algunos leales al derrocado régimen de Bashar Al-Assad, y fuerzas de autoridades provisionales que incluyen combatientes extranjeros. Estos enfrentamientos han resultando en deplorables violaciones de derechos humanos, incluyendo ejecuciones de familias y un aumento en crímenes como el asesinato, el saqueo y el secuestro.
Pedersen instó a la comunidad internacional a investigar los ataques contra la población civil, los cuales han sido atribuidos a diversas facciones en conflicto. En el noreste de Siria, la situación también es alarmante, con intercambios de fuego entre diferentes grupos sirios y recientes ataques aéreos turcos. Además, la frontera con Líbano está marcada por reportes de secuestros y ejecuciones, mientras que Israel ha confirmado su intención de mantener su presencia militar en la región, lo que desafía el Acuerdo de Separación de Fuerzas de 1974.
En el ámbito político, la Conferencia de Diálogo Nacional realizada en Damasco en febrero generó recomendaciones que, aunque positivas, han sido criticadas por no ser lo suficientemente inclusivas. La declaración constitucional presentada por el gobierno interino ha recibido cierto apoyo, pero su falta de transparencia ha suscitado controversia.
El enviado de la ONU destacó la necesidad urgente de establecer un gobierno de transición que refleje las aspiraciones de toda la población siria, así como la implementación de reformas constitucionales y la rendición de cuentas por las atrocidades cometidas durante el conflicto. La crisis humanitaria también es grave, con más de 16 millones de sirios enfrentando escasez de alimentos y servicios básicos, lo que requiere un esfuerzo internacional sostenido.
Tom Fletcher, secretario general adjunto de la ONU para Asuntos Humanitarios, lanzó un llamado urgente por más financiación y recursos, advirtiendo que el panorama financiero para la ayuda humanitaria es sombrío. Las necesidades se mantienen a pesar de los recortes de financiamiento, y decisiones difíciles están siendo tomadas para priorizar a los más vulnerables.
Fletcher concluyó que el futuro de Siria depende de una respuesta decidida y rápida de la comunidad internacional, subrayando la urgencia de actuar antes de que las necesidades se conviertan en tragedias aún mayores. La población siria merece la oportunidad de construir un futuro de paz, prosperidad e inclusión.