Mientras las elecciones locales en Libia se desarrollan con múltiples dificultades, Hanna S. Tetteh, jefa de la misión política de las Naciones Unidas en el país, ha emitido un llamado urgente a la comunidad internacional y a los actores locales para que se unan en la búsqueda de soluciones que pongan fin a casi 15 años de inestabilidad. Desde la caída del ex dictador Muamar Gadafi en 2011, Libia ha estado sumida en una crisis compleja, y Tetteh advierte que “la inacción sería más costosa que el cambio”.
Tetteh, quien asumió su cargo en febrero, ha llevado a cabo una serie de consultas en todo el territorio, constatando que, a pesar de las diferencias en las posturas sobre el futuro político, existe un consenso general sobre la necesidad de organizar elecciones. En una reciente reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, destacó la importancia de decidir si es necesario establecer un marco constitucional previo a las elecciones o si estas deben llevarse a cabo sin demora.
Uno de los principales obstáculos en la política libia es la fragmentación de las instituciones, agravada por la competencia por los recursos económicos. La falta de un presupuesto nacional unificado ha inducido severos desequilibrios económicos, entre ellos el aumento de la inflación y la depreciación del dinar libio. Aumentan las tensiones en torno a la gestión de recursos públicos, especialmente tras la reciente devaluación de la moneda, lo que ha llevado a algunas voces locales a solicitar una auditoría independiente de las finanzas del país, un asunto que la ONU está abordando con expertos en gestión financiera.
Aunque los avances han sido limitados, Tetteh ha señalado esfuerzos como el cese de los intercambios de petróleo crudo por combustible, lo que representaría un paso hacia una mayor transparencia en la administración de los recursos y un mejor reparto de los ingresos. En el ámbito electoral, la segunda fase de las elecciones municipales, que incluye 62 localidades, ha visto la inscripción de más de 570,000 votantes, con un tercio de ellos siendo mujeres. Tetteh ha calificado estas elecciones como cruciales para el establecimiento de una gobernanza democrática a nivel local. Sin embargo, la interferencia en el proceso electoral, como la sucedida en Harawa, donde los ganadores fueron sustituidos por autoridades de facto, ha alimentado inquietudes sobre la credibilidad del proceso.
La situación de seguridad en el país constituye otro desafío esencial, a pesar del alto el fuego declarado en 2020. Recientes movilizaciones de grupos armados en Trípoli han generado temores sobre un posible resurgimiento de la violencia. Además, las violaciones a los derechos humanos, que incluyen detenciones arbitrarias y violencia contra migrantes, han aumentado en un entorno caracterizado por la impunidad de los grupos armados.
Tetteh ha instado a poner fin a los ataques contra organizaciones humanitarias y ha enfatizado la necesidad de aprobar la ley de protección de las mujeres contra la violencia. La ONU, junto con la Unión Africana, promueve un proceso de reconciliación que respete los derechos de las víctimas.
El futuro de Libia depende de la capacidad de los actores políticos locales para alcanzar un consenso inclusivo. Tetteh ha resaltado que “la voluntad política de compromiso es esencial para elaborar una hoja de ruta consensuada que ponga fin a la crisis política”. La implicación de potencias regionales a través de una cooperación internacional coordinada será fundamental para alcanzar una solución duradera a la prolongada crisis del país. En un contexto de rivalidades y agotamiento social, la falta de acción ya no es una opción viable.