En España, el fenómeno del suicidio ha alcanzado cifras alarmantes, con un total de 3.952 muertes registradas en el año 2023, de acuerdo con los datos provisionales proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Cataluña, en particular, se enfrenta a una situación preocupante con 626 decesos, lo que subraya la urgente necesidad de apoyo y diálogo en torno a este complejo y doloroso tema.
Dentro de este contexto, la labor de organizaciones como DSAS (Después del Suicidio – Asociación de Supervivientes) adquiere una relevancia crucial. Esta entidad fue fundada en 2012 por Cecília Borràs, quien vivió en carne propia el difícil camino del duelo tras la pérdida de su hijo de 19 años por suicidio. Desde su inicio, DSAS ha experimentado un crecimiento significativo en su labor de apoyo emocional, incrementando de 51 personas atendidas en su primer año a 610 en la actualidad, lo cual evidencia una creciente necesidad de espacios para compartir y procesar el dolor asociado al suicidio.
El Día Internacional del Superviviente a la Muerte por Suicidio, que se celebra el 23 de noviembre, sirve como un recordatorio de la importancia de brindar visibilidad y apoyo a quienes batallan por superar la ausencia de un ser querido de esta manera tan dramática. La pérdida por suicidio va más allá de arrebatar una vida; deja a los allegados sumidos en una espiral de sentimientos complejos y muchas veces paralizantes, tales como la culpa, el enfado y la vergüenza. El estigma social asociado hace que estos sentimientos se vivan en silencio, perpetuando el aislamiento emocional de quienes sufren.
Cecília Borràs aboga por la necesidad de hablar abiertamente sobre el suicidio y sostiene que «lo que mata es el silencio». Reconoce que no existen dos dolos iguales ni fórmulas mágicas para enfrentarlos, pero comparte la convicción de que expresar el dolor y ser escuchados son pasos imprescindibles hacia la recuperación y la comprensión de este tipo de tragedias.
El preocupante aumento en las estadísticas de suicidios y la creciente cantidad de personas que buscan ayuda refuerza la necesidad de recursos y espacios destinados a la discusión sobre el suicidio. Iniciativas como las de DSAS se erigen como faros de esperanza y apoyo para cientos de personas que buscan romper las cadenas del silencio y el aislamiento emocional, proporcionando el consuelo tan necesario en momentos de profunda desesperación.