Desafíos Sanitarios y Humanitarios para los Supervivientes del Terremoto en Myanmar

María MR

La ONU emitió este martes una grave advertencia sobre la crítica situación humanitaria que enfrenta la región central de Myanmar, tras un devastador terremoto de 7,7 grados en la escala de Richter. La catástrofe ha dejado a la población en un estado de temor permanente, obligándola a dormir en la calle mientras las primeras lluvias del monzón comienzan a caer, lo que incrementa el riesgo de enfermedades transmitidas por el agua.

El último balance de víctimas, proporcionado por Titon Mitra, representante regional del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), supera ya las 3,500 y se espera que la cifra siga aumentando. Más de 4,000 personas han resultado heridas y se estima que más del 80% de las estructuras en las principales ciudades de Sagaing, Mandalay y Magway sufrieron daños significativos. La saturación del sistema sanitario en la región es crítica; los hospitales no pueden atender la gran cantidad de pacientes y se enfrentan a una alarmante escasez de medicamentos y equipos médicos.

En un panorama aún más sombrío, más de 500,000 personas han perdido el acceso a atención médica vital. La destrucción de las tuberías y las instalaciones para el almacenamiento de agua han disparado el riesgo de enfermedades, y Mitra advirtió que los problemas de saneamiento están emergiendo como una grave preocupación, con muchos desplazados obligados a recurrir a la defecación al aire libre.

Las condiciones se agravan con la llegada anticipada de lluvias intensas en Mandalay, que obstaculizan la llegada de ayuda humanitaria y empeoran la situación de los sobrevivientes. El departamento de meteorología de Myanmar ha pronosticado lluvias y fuertes vientos hasta el viernes, lo que ha llevado a muchas personas a pasar la noche en la calle, temerosas de regresar a sus hogares dañados y sin ningún tipo de abrigo.

La crisis alimentaria también se ha intensificado, ya que los mercados locales se han paralizado y los ingresos han desaparecido, generando informes de inflación descontrolada. La ONU ha comenzado evaluaciones rápidas para identificar las necesidades más urgentes de la población afectada, que incluyen la verificación de estructuras de edificios, como el hospital en Sagaing, donde pacientes y médicos utilizan estacionamientos para escapar del calor extremo.

A pesar de las continuas hostilidades en la zona, Mitra se mostró optimista respecto a las posibilidades de que la ayuda llegue a quienes más la necesitan, en parte gracias a un alto el fuego declarado por el ejército y grupos de resistencia. Sin embargo, subrayó que esto requerirá una cuidadosa coordinación para garantizar que la asistencia pueda alcanzar áreas bajo control de la resistencia.

El terremoto ha agravado vulnerabilidades preexistentes en un país ya sumido en una crisis política desde el golpe de Estado de 2021. Antes del seísmo, 3.5 millones de personas estaban desplazadas, 15 millones enfrentaban hambre y casi 20 millones requerían ayuda humanitaria urgente. Además, se había reportado la pérdida del 20% de los cultivos de arroz en la región debido a la violencia.

Mitra concluyó su intervención haciendo un llamado a la comunidad internacional, instando a que Myanmar no sea considerada «otra crisis olvidada» una vez que la atención mediática disminuya.