Los disturbios que han seguido a las recientes elecciones en Mozambique han provocado el desplazamiento de miles de personas en un contexto ya complicado por la devastación dejada por un ciclón. La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) ha reportado que, desde que se anunciaron los resultados electorales el 23 de diciembre, la violencia se ha intensificado, con al menos 134 muertos en un lapso de solo cuatro días, según informes no oficiales.
El 23 de diciembre, el Consejo Constitucional de Mozambique confirmó a Daniel Chapo, candidato del partido en el poder, el Frente de Liberación de Mozambique, como el ganador de las elecciones generales celebradas el 9 de octubre. Sin embargo, esta decisión desencadenó protestas que rápidamente se tornaron violentas, con enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas del orden, así como actos de vandalismo y saqueo.
ACNUR ha alertado que aproximadamente 2,000 personas han huido hacia Malawi y otras 1,000 han buscado refugio en Eswatini en la última semana. Los desplazados abarcan tanto refugiados como solicitantes de asilo de diversas nacionalidades que residían en Mozambique. La agencia ha expresado su preocupación por la magnitud de estos desplazamientos, que tienen un impacto profundo en las comunidades afectadas.
Chansa Kapaya, directora regional de ACNUR para África Meridional, subrayó la gravedad de la situación al declarar que “estamos profundamente alarmados por la escalada de violencia que ha obligado a miles a huir. Los refugiados y civiles enfrentan enormes riesgos, pierden sus medios de vida y dependen de la asistencia humanitaria”. A pesar de reconocer la generosidad de los países vecinos, se ha emitido un llamado urgente por asistencia humanitaria, dado el agravamiento de la crisis.
Los relatos de quienes han cruzado a Malawi revelan la desesperación vivida al escapar de ataques y saqueos en sus comunidades, muchos de ellos han recorrido largas distancias a pie para encontrar seguridad, incluso cruzando el río Shire en embarcaciones improvisadas. Las condiciones en los refugios son alarmantes, con escasez de alimentos y agua potable, lo que aumenta el riesgo de enfermedades entre las familias más vulnerables.
En Eswatini, los nuevos refugiados han compartido historias sobre la pérdida de sus negocios, y el centro de recepción de refugiados en Malindza, construido para 250 personas, actualmente alberga a más de mil, lo que pone de manifiesto la presión que enfrentan las capacidades locales. Aunque ACNUR está trabajando con las autoridades de la región para proporcionar la asistencia necesaria, se requieren urgentemente más recursos para sostener la respuesta y prepararse para posibles llegadas adicionales.
Simultáneamente, Mozambique continúa intentando recuperarse de los efectos del ciclón Chido, que azotó el país el 15 de diciembre. Este proceso de recuperación se ve seriamente obstaculizado por la violencia y la inestabilidad actual, complicando así los esfuerzos humanitarios necesarios para asistir a las comunidades aún afectadas por el desastre.
ACNUR ha hecho un llamado a la comunidad internacional, destacando la necesidad urgente de apoyo para los países que están acogiendo a los refugiados y garantizar que las poblaciones afectadas reciban la asistencia que requieren en este momento crítico.