Según el más reciente informe de la Fundación Adecco, titulado «Monoparentalidad y Empleo», el 80% de las mujeres con responsabilidades familiares no compartidas y en situación de desempleo se identifican con una situación de pobreza y exclusión social. Este documento, que se basa en una encuesta realizada a 340 mujeres, forma parte del duodécimo análisis de la fundación, cuyo objetivo es visibilizar y abordar los desafíos de los hogares monoparentales encabezados por mujeres en España.
En la actualidad, el número de hogares monoparentales en el país asciende a 1.944.800, de los cuales el 81,4% están liderados por mujeres. Esto representa a 1.582.100 mujeres que enfrentan la vida cotidiana sin más apoyo que su propio esfuerzo. En este contexto, el índice de riesgo de pobreza en estas familias alcanza un alarmante 49,1%, notablemente más alto que la media nacional del 27,1%.
El desempleo agudiza la situación de estas mujeres, limitando su capacidad para satisfacer necesidades básicas y sometiéndolas a una constante presión económica. De hecho, el 93,8% de las encuestadas informa tener dificultades para llegar a fin de mes, viendo mermada su capacidad económica para afrontar gastos de vivienda, educación, alimentación y suministros. Estas carencias no solo afectan su estabilidad financiera, sino también su salud mental y autoestima.
El informe también destaca que el 85% de estas mujeres no encuentra ofertas de trabajo con horarios adaptados a sus circunstancias. Además, el 77,8% percibe prejuicios y estereotipos que cuestionan su capacidad laboral. No obstante, un abrumador 93,1% considera que acceder a un empleo digno es la principal vía para asegurar un mejor futuro para sus hijos, además de ver beneficios en el apoyo psicológico y las oportunidades de capacitación.
Es fundamental promover un cambio estructural que abarque tanto políticas públicas como empresariales. Las recomendaciones incluyen la mejora de las políticas activas de empleo y la implementación de medidas de conciliación y flexibilidad laboral en las empresas. Solo así se garantizará que estas mujeres puedan superar las barreras que enfrentan, desarrollen su potencial y contribuyan significativamente a la sociedad.
Luces de esperanza emergen a través de las propuestas de intervención. Establecer cursos de formación gratuitos, fomentar servicios públicos de corresponsabilidad, y crear programas específicos de apoyo a la transición digital son algunas iniciativas sugeridas que podrían marcar una diferencia real. En el ámbito corporativo, la sensibilización, el desarrollo de programas de inclusión laboral y medidas flexibles son cruciales para integrar efectivamente a estas mujeres en el ámbito laboral.
Con el próximo periodo hasta 2030 en el horizonte, se hace patente la urgencia de priorizar el empleo como la herramienta primordial para mejorar la situación de las familias monoparentales, desterrando estereotipos obsoletos y apostando por la diversidad y la inclusión para proporcionar un futuro prometedor a las próximas generaciones.