Louise Wateridge, oficial líder de Emergencias de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), ha compartido conmovedoras y desgarradoras reflexiones sobre la situación de los habitantes de Gaza desde el inicio del conflicto en octubre de 2023. En un artículo exclusivo para Noticias ONU, Wateridge rinde homenaje a la valentía de sus colegas y la resiliencia de aquellos que viven en un territorio asediado, enfatizando la dura realidad a la que se enfrentan diariamente.
La situación en Gaza ha sido marcada por audios alarmantes de despedidas entre amigos, quienes son conscientes de que cada día podría ser el último. En una de sus descripciones más impactantes, Wateridge recuerda a un amigo que le pidió que recordara a su hijo en caso de no volver a encontrarse: un claro reflejo del sufrimiento humano en medio de la incertidumbre y el horror. La falta de contacto con seres queridos ha creado un silencio desgarrador, donde la lucha por la supervivencia se torna aún más angustiante.
Uno de los relatos que más impactó a Wateridge fue el de Mohammed, quien vivió el nacimiento de su hija, Sama, en medio del caos y la violencia. Las ambulancias estaban desbordadas, y la angustia se intensificó con la trágica muerte de la hija de su colega, Salma, quien fue asesinada mientras su familia intentaba escapar del conflicto.
Con el avance de la guerra, Wateridge también menciona a Hussein, atrapado en una instalación de la ONU donde se reportaron disparos. Cuando lograron restablecer el contacto, él se encontraba en medio de la desesperación, enterrando a las víctimas del ataque, incluyendo a niños. La gravedad de la situación se ve reflejada en el dolor de los que quedan atrás, como Abdallah, colega de Wateridge, quien fue gravemente herido mientras documentaba la tragedia.
El conflicto ha desplazado a más de un millón de personas en cuestión de días. Wateridge narra la historia de Jamal, que, siguiendo instrucciones de evacuación, encontró la muerte esa misma noche en un ataque. Este relato subraya la inminente amenaza que enfrentan aquellos que intentan seguir las directrices de seguridad.
En uno de los encuentros en Rafah, Wateridge se encontró con Mohamed, cuyos ojos reflejaban el profundo miedo y angustia por la brutalidad que había presenciado. La descripción de un niño sin cabeza rescatado de una tienda de campaña incendiada pone de relieve la cruda realidad de la guerra y el impacto devastador que tiene en los más vulnerables.
Los gritos de los niños y el sufrimiento de los habitantes de Gaza, atrapados en un ciclo de violencia, resuenan a través del testimonio de Wateridge. La falta de necesidades básicas como comida, agua y atención médica agrava aún más la situación. A pesar de la brutalidad, Wateridge concluye su relato con un potente grito de desesperación, recordando las esperadas celebraciones de cumpleaños que se ven opacadas por el horror del conflicto, pero que también representan la inquebrantable esperanza de supervivencia que persiste entre la población.