El Museo Nacional del Prado ha inaugurado una sorprendente exposición que reúne por primera vez el conjunto de obras realizas por El Greco para la iglesia del Monasterio de Santo Domingo el Antiguo de Toledo. La muestra destaca la relevancia de este destacado pintor, quien llegó a España en 1577 y tuvo el privilegio de recibir encargos significativos, entre ellos, la monumental obra «El Expolio» y los retablos para este monasterio cisterciense, uno de los más antiguos de la ciudad.
La nueva iglesia del monasterio, inaugurada en 1579, fue financiada por doña María de Silva y Diego de Castilla, quienes buscaban un lugar de enterramiento que homenajeara su legado. El deán de la catedral, Diego de Castilla, se puso en contacto con El Greco para que se encargara de la creación del retablo mayor y de dos laterales, siguiendo la recomendación de su hijo, Luis de Castilla, quien había conocido al pintor en Roma.
El reto que asumió El Greco fue monumental, ya que tuvo que diseñar la estructura de los tres retablos, además de añadir cinco esculturas y ocho lienzos. Su trabajo en este proyecto renovó la concepción del retablo castellano al incorporar un diseño innovador que utilizaba un lienzo de gran tamaño con el tema de La Asunción para el retablo mayor, subordinando las demás pinturas a esta pieza central.
Los retablos incluyen representaciones de cuatro santos en los laterales: san Juan Bautista, san Juan Evangelista, san Bernardo y san Benito, así como la potente imagen de La Trinidad en la parte superior. Un escudo de armas que se encontraba sobre la pintura central fue posteriormente cubierto por otra de sus célebres obras, La Santa Faz.
La finalización de estos encargos en 1579 fue recibida con gran admiración, consolidando a El Greco como un maestro en la composición de obras de gran formato que fusionaban la influencia italiana en sus figuras y colores brillantes. Esta exposición en el Prado no solo resalta su arte, sino que también reafirma su estatus como uno de los artistas más destacados de su época, dejando un legado perdurable en la historia del arte.