Verónica Tiwi, una mujer indígena Shuar de Ecuador, ha transformado su vida y la de muchas jóvenes en su comunidad a través de un formidable viaje de empoderamiento. A los 16 años, Verónica se enfrentó a una de las experiencias más difíciles de su vida: quedó embarazada y tuvo que abandonar su hogar, sintiéndose completamente sola y sin recursos. Recuerda claramente esos momentos críticos: «No tenía dinero, estaba por dar a luz y no sabía qué hacer».
Originaria de Limón Indanza, un pequeño pueblo, la joven emprendió un arduo camino a pie hacia Macas, la capital de la provincia de Morona Santiago, en busca de mejores oportunidades. Gracias a la ayuda de una mujer que conoció durante su travesía, consiguió empleo como empleada doméstica, dio a luz y, tras un año desafiante, fue acogida nuevamente por sus padres. Sin embargo, su historia no es un caso aislado; refleja los retos que enfrentan muchas adolescentes en Ecuador, un país donde el 75% de la población rural vive en condiciones de pobreza, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Morona Santiago es conocida por tener la tasa más alta de embarazos en adolescentes del país, con un promedio alarmante de tres partos diarios entre niñas y adolescentes de 10 a 19 años. Las estadísticas son reveladoras: 46 partos por cada 1,000 adolescentes en ese grupo de edad. Verónica, quien creció sin educación sexual integral y sin apoyo en su hogar, ha sido firmemente crítica de esta situación. «Era imposible hablar sobre métodos anticonceptivos; si hubiera preguntado sobre eso, me mataban”, menciona, destacando la necesidad urgente de un cambio en la educación y la comunicación sobre salud sexual.
El embarazo en adolescentes no solo altera sus vidas de manera drástica, sino que también limita sus oportunidades educativas y laborales, perpetuando así ciclos de pobreza y exclusión. En Morona Santiago, el 79% de las mujeres ha experimentado violencia de género, y un 29% ha enfrentado violencia sexual, un contexto que exige atención inmediata.
En respuesta a este crítico panorama, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) está colaborando con el Ministerio de Salud y diversas organizaciones locales para prevenir embarazos adolescentes. Este esfuerzo se centra en garantizar el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, al tiempo que fomenta la educación como un derecho fundamental.
A pesar de las dificultades, Verónica ha conseguido una beca que le permitió estudiar y graduarse como técnica en Atención Primaria en Salud. Actualmente trabaja en el Centro de Salud Yunganza y utiliza su historia para inspirar a otras jóvenes, ofreciendo charlas y talleres que buscan concienciar sobre la importancia de la educación y la salud sexual.
«Espero que las nuevas generaciones puedan mejorar su vida, que los aportes que hacemos les permitan terminar sus estudios, que busquen sus sueños, que no existan más embarazos a temprana edad», concluye Verónica, quien se ha convertido en un símbolo de esperanza y empoderamiento, demostrando que cada niña merece la oportunidad de elegir su propio camino, libre de limitaciones y obstáculos.