El aumento de las temperaturas y la recurrente aparición de sequías han suscitado una creciente preocupación en torno a la escasez de agua en Europa. En este contexto, el índice de explotación del agua (WEI+) se ha convertido en un importante indicador para evaluar el estado de los recursos hídricos. Este índice mide el consumo total de agua como un porcentaje de los recursos hídricos renovables disponibles en un territorio durante un periodo determinado.
Los niveles superiores al 20% son considerados como una señal de escasez de agua, mientras que aquellos que superan el 40% indican una escasez severa. Datos recientes muestran que en 2022, el WEI+ de la Unión Europea alcanzó un 5,8%, lo que representa un incremento de 0,9 puntos porcentuales desde el año 2000, marcando así un nuevo récord desde que se inició la recolección de estos datos.
Entre las naciones de la UE, Chipre destaca con un preocupante 71,0%, lo que pone de manifiesto que su uso de recursos hídricos es insostenible. Este porcentaje es notablemente mayor que el 59,5% que se registró en el año 2000. Otros países como Malta y Rumanía también muestran preocupaciones significativas con valores de 34,1% y 21,0% respectivamente. Por su parte, Grecia, Portugal y España se sitúan por debajo del umbral del 20%, contabilizando un 13,8%, 10,1% y 8,8% respectivamente. Sin embargo, estos valores aún son más altos que en la mayoría de los países de la UE.
Es importante señalar que las diferencias regionales en la escasez de agua son notorias y, durante los meses de verano, esta problemática puede agravarse en el sur de Europa. La alta demanda de agua para la agricultura, el turismo y el suministro público contribuye a que la situación se vuelva crítica en ciertas temporadas.
Mientras tanto, países como Letonia, Croacia, Suecia, Eslovaquia, Lituania, Eslovenia, Finlandia y Luxemburgo presentan un índice WEI+ inferior al 1%, lo que indica que no están enfrentando un estrés hídrico en este momento.
Este informe se publica en coincidiendo con el Día Mundial del Agua, el 22 de marzo, una fecha que subraya la importancia de la gestión sostenible de los recursos hídricos en un mundo cada vez más afectado por el cambio climático y una creciente demanda por parte de la población. La manera en que se maneje la escasez de agua y su explotación sostenible se establece como un desafío crucial para asegurar que este recurso vital permanezca disponible para todos en el futuro.