El comercio mundial podría experimentar una contracción del 3% debido a las recientes medidas arancelarias implementadas por Estados Unidos, lo que podría reconfigurar y fortalecer vínculos comerciales regionales aún no explotados. Esta advertencia ha sido realizada por Pamela Coke-Hamilton, directora del Centro de Comercio Internacional (ITC), durante una conferencia de prensa celebrada en Ginebra.
Coke-Hamilton destacó que, aunque la Casa Blanca ha anunciado una pausa de 90 días para los aranceles considerados «recíprocos» para la mayoría de los países, a excepción de China, las exportaciones de México ya han sufrido un impacto significativo como resultado de cambios drásticos en la política comercial estadounidense. Los países más afectados incluyen a México, China, Tailandia y varias naciones del sur de África, así como el propio Estados Unidos.
La pausa, que incluye una reducción de los aranceles a un 10%, contrasta notablemente con los aranceles sobre las importaciones chinas, que actualmente alcanzan el 145%. A su vez, China ha establecido tasas del 125% a productos estadounidenses. Esta situación ha llevado a México a desviar sus exportaciones de mercados tradicionales hacia países como Canadá y Brasil, buscando nuevas oportunidades de crecimiento en medio de un panorama incierto.
Países como Vietnam también están modificando sus flujos de exportación, dirigiéndolos hacia la Unión Europea y Corea del Sur, en un intento de encontrar nuevas vías comerciales. Sin embargo, las economías emergentes enfrentan un desafío considerable, ya que su capacidad de adaptación frente a la inestabilidad es menor, particularmente en términos de diversificación de manufactura y valor agregado en productos primarios.
Coke-Hamilton también refirió la preocupación de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que ha estimado que el comercio entre Estados Unidos y China podría caer hasta un 80% si la situación actual persiste. A pesar de esta previsión alarmante, se destacó que ambos países solo representan entre el 3% y el 4% del comercio mundial, dejando un 96% de la actividad comercial que seguirá adelante.
La directora del ITC considera que la pausa de 90 días no es suficiente para estabilizar el comercio global, argumentando que la falta de previsibilidad y estabilidad tendrá efectos negativos en las empresas y en las decisiones económicas. Aunque no se anticipa que la guerra arancelaria ponga fin al sistema económico global actual, se prevén tensiones significativas en las cadenas de suministro y una reevaluación de las alianzas comerciales a nivel mundial. Coke-Hamilton advierte que esta situación podría provocar cambios significativos en la economía global, similares a los temblores que se han experimentado en las últimas cinco décadas, pero con la posibilidad de ser más intensos esta vez.