En el campo de refugiados de Yabalia, al norte de la Franja de Gaza, Mohammed Hameed sostiene su teléfono móvil mostrando imágenes desgarradoras de su hijo Aseel, de cuatro años. En una instantánea, se le ve feliz jugando en un parque de diversiones; en la siguiente, aparece en coma en una cama de hospital, donde luchó durante dos semanas antes de fallecer recientemente. La muerte de Aseel es un trágico testimonio del sufrimiento de los niños en una región devastada por la guerra. El pequeño sufrió una caída desde el segundo piso mientras jugaba en el techo de su hogar, un accidente que refleja la realidad sombría de los niños en Gaza rodeados de escombros y ruinas.
La guerra no solo cobra vidas, sino que también arrasa con los espacios seguros en los que los niños podrían jugar. La devastación de viviendas ha llevado a muchos a morir víctimas de derrumbes o caídas de escombros mientras intentan disfrutar de su infancia. Mohammed Thaher, otro padre en Yabalia, se lamenta por la falta de lugares seguros. Sentado sobre montones de piedras, describe su preocupación: “No hay dónde jugar. Todos los espacios están cubiertos de escombros y tememos que caigan piedras sobre nosotros. Incluso los hospitales no están funcionando adecuadamente”.
Ibrahim Abu Aida, un padre que lucha por reconstruir lo que fue su hogar, describe el terror que vivieron durante el último bombardeo. “La casa temblaba y caían piedras. Nos dirigíamos a la oración y quedamos atrapados. No sabemos cómo caminar por las calles, están cerradas por los escombros”, relata angustiado. La situación es crítica, su familia apenas ha logrado habilitar un estrecho paso bajo un techo caído que les permite salir a buscar comida y agua, arriesgándose cada día al peligro.
Los datos son alarmantes: en sólo un año, la guerra en Gaza ha generado más de 51 millones de toneladas de escombros. Según un informe de la ONU, el Banco Mundial y la Unión Europea, más del 60% de las viviendas han sido destruidas en la franja de Gaza, lo que equivale a alrededor de 292,000 viviendas, además del 65% de las carreteras en un área de solo 360 kilómetros cuadrados. Este panorama desolador no solo arrebata vidas, sino que también priva a las nuevas generaciones de un futuro esperanzador.
El clamor de aquellos que han perdido seres queridos se suma al grito silencioso de los niños de Gaza. Un futuro mejor, donde puedan jugar con seguridad y vivir su infancia como cualquier niño del mundo, está urgentemente demandado por la comunidad internacional. La situación de los niños en Gaza exige atención inmediata y acción efectiva para garantizar su bienestar y su derecho a una vida digna.