La Vital Competencia: Clave Para Una Internet Próspera

María MR

La legislación antimonopolio tradicionalmente ha destacado la forma en que los monopolios pueden ser perjudiciales para la innovación y para los consumidores, particularmente en términos de precios. Sin embargo, en el contexto de las grandes empresas tecnológicas, el daño a la innovación es evidente a través de la creación de «zonas de muerte». Estas son situaciones donde las grandes corporaciones adquieren a empresas emergentes antes de que puedan desarrollarse como competidores reales. Medir el perjuicio a los consumidores se ha vuelto más complejo dado que muchos servicios tecnológicos se ofrecen de manera «gratuita». Por ello, se hace necesario ampliar el enfoque más allá de los precios para evaluar cómo la competencia puede enriquecer el ecosistema de internet.

Desde sus inicios, internet ha evolucionado de ser un ambiente novedoso y inexplorado a un espacio prácticamente controlado por un puñado de grandes empresas. Las políticas públicas no han podido adaptarse con la suficiente rapidez, a menudo favoreciendo inadvertidamente a estos gigantes en lugar de llevar hacia un ecosistema más equilibrado. En esta monocultura resultante, es crucial eliminar la concentración de poder que existe alrededor de estas corporaciones para fomentar un ambiente donde puedan surgir nuevas alternativas.

Uno de los desafíos más críticos es la moderación de contenidos en internet. Algunos expertos aseguran que moderar contenido a gran escala es inefectivo, especialmente en plataformas masivas como Facebook, con sus miles de millones de usuarios activos y su operación predominantemente en inglés. Esto ignora la diversidad cultural necesaria para una moderación eficaz. Tener la libertad de elegir una red social que respete tus valores es esencial para mantener una diversidad cultural y una comunicación más rica en la web.

Si hubiera un paisaje de competencia robusto, los usuarios podrían elegir plataformas que se alineen con sus preferencias de moderación de contenidos. Esto es, podrían optar por redes sociales que apliquen sus normas de manera clara y consistente. Las plataformas más pequeñas tendrían la capacidad de ofrecer un control más efectivo, a diferencia de las grandes, que se concentran en el crecimiento desenfrenado y la monetización.

Este concepto se extiende también a la calidad del producto. Aunque los usuarios de Facebook compartan un idioma, sus valores y necesidades pueden ser muy variados. Facebook emplea algoritmos diseñados para maximizar el tiempo y la participación de los usuarios, lo que puede no satisfacer las necesidades de todos los usuarios. Este enfoque prioriza la cantidad de anuncios sobre la calidad del contenido, limitando la capacidad de personalizar la experiencia en la plataforma.

El descenso en la calidad también es evidente en servicios como el de búsqueda de Google. Inicialmente, Google ofrecía resultados sumamente precisos y relevantes. Sin embargo, su enfoque actual parece priorizar la cantidad de resultados por encima de su calidad, saturando las búsquedas con anuncios y enlaces patrocinados que afectan adversamente la experiencia del usuario.

Las preocupaciones sobre privacidad y seguridad también se están intensificando en un ámbito donde pocas empresas controlan gran parte de nuestra vida digital. Evitar las plataformas de estos gigantes es un desafío, dado que muchas empresas dependen de servicios como Amazon Web Services, dificultando cualquier intento de «votar con los pies». La concentración de poder no solo limita la competencia, sino que añade riesgos para la seguridad y la privacidad de los usuarios.

Un buen ejemplo del vínculo entre privacidad y competencia es la controvertida «Privacy Sandbox» de Google. Lejos de disminuir el seguimiento, centraliza este en manos de Google, cementando su monopolio publicitario. De manera similar, Apple ha tomado decisiones que limitan la capacidad de los usuarios para proteger sus comunicaciones, priorizando su propio monopolio sobre la seguridad de la información.

Si bien la competencia no resolverá todos los problemas, su fomento creará un ambiente más saludable que potencie tanto la innovación como la diversidad. Reducirá también la necesidad de medidas correctivas que suelen surgir en un entorno dominado por un pequeño grupo de poderosos actores. Ver la competencia como un «fuego controlado» que permita el surgimiento de nuevos proyectos puede ser clave en este proceso.