Es el lugar más privado de la casa. Una isla de paz y serenidad en medio del océano del ajetreo cotidiano. Si tienes en mente la compleja tarea de diseñar el dormitorio principal, hoy te damos las reglas esenciales que has de cumplir para acertar de pleno. Ponlas en práctica y verás cómo el resultado no te defrauda.
A la hora de diseñar el dormitorio hay que tener en cuenta varios aspectos, desde el tamaño de los muebles hasta la iluminación, pasando por los textiles. Sin embargo, y más allá de elegir un estilo u otro, hay algunos requisitos que todos los dormitorios han de cumplir para ser equilibrados y aportar bienestar: han de tener en cuenta la escala, el espacio y la armonía.
Por eso es necesario pensar en estas reglas de oro que te van a dar el secreto del éxito. Si las observas, conseguirás que en tu dormitorio se respire auténtica paz.
Diseñar el dormitorio para lograr el equilibrio
El objetivo fundamental que nos planteamos cuando estamos planificando la decoración de un espacio concreto es siempre el mismo: lograr el bienestar, conseguir una atmósfera acogedora y especial, además de cubrir las necesidades esenciales de la estancia en cuestión.
Por eso, hemos siempre de pensar en soluciones prácticas, además de decorativas, de forma que los espacios sean fáciles de usar, cómodos y que nos ayuden a mantener el orden y a simplificar nuestra vida. Esta premisa vale para todas las habitaciones de la casa, incluido el dormitorio como no podía ser de otra manera. No pierdas este sentido práctico durante toda la aventura de diseñar el dormitorio y triunfarás.
No renuncies al espacio necesario
Dado el tamaño que tienen la mayoría de las viviendas de hoy, estamos más que acostumbrados a no contar con todos los metros cuadrados que nos gustaría. Sin embargo, hay ciertos requerimientos mínimos de espacio que debemos tratar de cumplir a la hora de diseñar el dormitorio.
Por ejemplo, antes de encargar la cama es importante asegurarse de que queda a su alrededor el espacio suficiente para movernos con libertad y comodidad. La primera regla de oro dice que lo ideal es que queden libres al menos 90 cm alrededor de la cama, en todos sus lados. Es el espacio necesario para no tropezarnos si nos levantamos en medio de la noche al baño o a por un vaso de agua.
En caso de que tu dormitorio sea pequeño, puede que tengas que pensar en poner una cama más pequeña para ganar espacio. Piensa que será mejor que tenerlo todo demasiado lleno y que no puedas moverte con comodidad, ¿no crees?
La alfombra, mejor grande
No hay mejor sensación que poner los pies descalzos cada mañana sobre una mullida y suave alfombra. Es el complemento perfecto a la hora de diseñar el dormitorio, ya sea de pelo largo o más corto, lisa o estampada, más clásica o más vanguardista… Lo que realmente debemos tener en cuenta son sus dimensiones.
La regla dice que la alfombra del dormitorio ha de sobresalir unos 60 cm por cada uno de los tres lados de la cama (excepto el cabecero, por supuesto). Este sería el tamaño adecuado para tu alfombra. Sea como sea, siempre, las patas del piecero han de estar sobre la alfombra.
En cualquier caso, sin la alfombra mide de ancho lo mismo que la cama, la sensación visual no te gustará, ya que resultará demasiado raquítica. En este caso, es mejor colocar dos alfombras pequeñas, una a cada lado de la cama.
Mesillas de noche, ¡ojo con la escala!
No perder de vista la escala es una de las mejores recomendaciones a la hora de diseñar el dormitorio. Esto quiere decir que todos los elementos han de compartir ciertas dimensiones para que el resultado sea equilibrado.
Será un error elegir unas mesillas de noche muy grandes, si la cama es pequeña. Y al contrario, no conviene colocar a ambos lados de una cama tamaño king size unas mesillas de noche demasiado pequeñas. La clave de todo está en respetar la escala, para que el dormitorio transmita armonía y no distorsión.
Además del tamaño, debes fijarte en la altura de las mesillas, para que no sean ni demasiado altas ni demasiado bajas. Lo ideal es que midan entre 60 y 68 cm de alto, unos 5 cm arriba o debajo de la altura del colchón. Si no es así y resultan muy altas o bajas, serán incómodas y te costará alcanzar las cosas que dejes en ellas.
La iluminación, bien elegida
Igual que con el resto de elementos, observar la escala es importante antes de elegir las lámparas. Para la lámpara de techo, has de partir del tamaño de la habitación; será lo que te de la clave para elegir el tamaño.
Procura que no cuelgue demasiado, en especial si los techos no son muy altos. De lo contrario el resultado no será tan decorativo y la luz se distribuirá de la manera incorrecta.
Como luz complementaria y puntual, y muy útil por cierto, puedes elegir entre apliques de pared o lámparas de sobremesa. En el primer caso debes instalarlos a la altura adecuada con respecto al suelo; entre 1,25 y 1,50 m estará bien. Y tendrás que asegurarte de que no están demasiado cerca de la cama, ya que si no lo haces no conseguirás tener una luz de lectura cómoda.
Si te decides por poner lámparas de mesa sobre las mesillas, estas no han de ser demasiado grandes ni muy pequeñas (otra vez aparece la escala para que la tengamos en cuenta). Procura que la luz quede por debajo de la altura de los ojos (cuando estamos sentados en la cama) para evitar que nos deslumbre.
Cortinas, que rocen el suelo
Colgar las cortinas es una tarea que puede parecer sencilla. Sin embargo, resulta complicado encontrar el punto justo donde colocar la barra. Para conseguirlo hay que medir la distancia entre el marco de la ventana y el techo y dividir esta medida entre tres. La barra se fijará a la medida de uno de los tercios, midiendo desde el techo.
En cuanto a la longitud de las cortinas, ten en cuenta que lo ideal es que rocen el suelo. Es decir, no deben arrastrar ni quedar cortas.
Con estas reglas de oro seguro que logras diseñar el dormitorio tal y como tú lo quieres. ¡Manos a la obra!