La historia de GSC Game World, una empresa ucraniana de desarrollo de videojuegos, ha estado marcada por la resiliencia y la capacidad de superar adversidades en medio de circunstancias extremas. Durante el invierno que precedió a la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, la compañía ya había empezado a elaborar planes de emergencia debido a la creciente incertidumbre. Los vehículos y conductores preparados para la evacuación permanecían listos afuera de sus oficinas, esperando una señal que finalmente llegó en las primeras horas del 24 de febrero.
Con la invasión en curso, GSC Game World tomó la valiente decisión de activar su plan de emergencia, relocalizando inmediatamente a sus empleados y sus familias a un pueblo cercano al borde de Ucrania. Este evento dramático, sin embargo, no fue simplemente una puesta en escena de sus videojuegos de escenarios postapocalípticos; la amenaza era real y el impacto emocional profundo.
Mariia Grygorovych, directora creativa de la empresa, rememora ese día como uno de confusión y ansiedad. El equipo se encontró en una situación de caos, priorizando el bienestar familiar mientras se enfrentaban a la cruda realidad del conflicto. La evacuación supuso un gran desafío, manteniendo la tranquilidad y concentración necesarias mientras procesaban el trauma que les dejaría cicatrices emocionales permanentes.
A pesar de las dificultades, GSC Game World prosiguió su trabajo, un símbolo de perseverancia en tiempos difíciles. Actualmente, el estudio está en la fase final de desarrollo de S.T.A.L.K.E.R. 2: Heart of Chornobyl, continuando con una franquicia exitosa que ha alcanzado más de 15 millones de copias vendidas a nivel mundial. El lanzamiento, originalmente previsto para 2022, ha sido reprogramado para el 20 de noviembre, y estará disponible en Windows 10/11, Steam, Xbox y a través de Game Pass.
La historia de GSC Game World es un recordatorio impactante de cómo, incluso en tiempos de gran adversidad y peligro, el espíritu humano puede encontrar formas de adaptarse y prosperar. La memoria de esa madrugada de febrero se mantiene vívida para Grygorovych y su equipo, simbolizando un capítulo de cambio irreversible en sus vidas personales y profesionales.