El caso Pelicot, que ha llevado a la condena de 51 hombres por violación bajo sumisión química, se ha convertido en un alarmante reflejo de la violencia sexual que enfrentan mujeres y niñas en el mundo contemporáneo. Reem Alsalem, relatora especial sobre la violencia contra mujeres y niñas, ha manifestado que esta situación debe ser considerada un «llamado de atención» para la sociedad en su conjunto. Uno de los aspectos más desconcertantes del juicio es la naturaleza aparentemente común de los perpetradores, quienes, a menudo, llevan vidas normales, lo que revela una alarmante normalización de comportamientos abusivos en diversas esferas sociales.
El juicio, que se ha desarrollado en Aviñón, Francia, no solo ha sacado a relucir la implicación de estos hombres en actos de violencia, sino que también ha puesto de manifiesto el papel nocivo que desempeñan la industria pornográfica y las nuevas tecnologías en la cosificación y el abuso hacia las mujeres. Según Alsalem, la tecnología ha exacerbado la violencia masculina, llevándola a niveles preocupantes y generando modalidades de abuso inusitadas. Además, subrayó la urgencia de definir claramente lo que constituye el consentimiento, al tiempo que expresó su inquietud ante el hecho de que en cerca de 60 países todavía no se haya prohibido la violación dentro del matrimonio.
El caso en particular gira en torno a Dominique Pelicot, quien fue condenado por drogar repetidamente a su exesposa, Gisèle Pelicot, y organizar agresiones en su contra con la colaboración de otros hombres. Esta situación plantea un patrón de explotación sistemático que se ha perpetuado durante más de una década, afectando al menos a 72 hombres en total. La brutalidad de este caso ha originado un debate más amplio sobre las responsabilidades de los agresores y la cultura que propicia tales comportamientos.
Gisèle Pelicot ha sido reconocida por su valentía al romper el silencio, convirtiéndose en una figura fundamental en la modificación de la discusión pública sobre la violación. Su decisión de renunciar a su anonimato ha permitido visibilizar las atrocidades que ha padecido, estableciendo un precedente significativo en la lucha contra estos crímenes. Alsalem ha hecho un llamado a los estados para que se comprometan en la creación de un marco legal más sólido para abordar esta problemática, insistiendo en la necesidad de desmantelar los estereotipos misóginos que perpetúan la violencia contra las mujeres.