Los fisioterapeutas, reconocidos por su papel vital en el manejo de trastornos musculoesqueléticos, enfrentan una serie de peligros laborales que pueden resultar en serias afecciones para su propia salud. Un reciente informe de Quirón Prevención, una autoridad en salud ocupacional, ha resaltado la necesidad urgente de abordar estos riesgos, centrando la atención en las lesiones musculoesqueléticas que estos profesionales, paradójicamente, intentan aliviar en sus pacientes.
Debido a la naturaleza misma de su trabajo, los fisioterapeutas están continuamente expuestos a riesgos ergonómicos. La manipulación y movilización constante de pacientes demandan posturas forzadas y movimientos repetitivos, factores que a largo plazo podrían desencadenar problemas como dolor de espalda, lesiones en extremidades superiores y padecimientos crónicos. Ante esta perspectiva, Quirón Prevención propone la adopción de una serie de medidas diseñadas para minimizar tales amenazas.
Entre las recomendaciones se incluye la introducción de equipos adecuados en el entorno de trabajo, por ejemplo, el uso de camillas y taburetes que se ajusten a la altura del fisioterapeuta, así como soportes para los brazos que faciliten la correcta postura durante la atención. Además, es esencial gestionar la carga física mediante la rotación de tareas y asegurarse de realizar ejercicios regularmente para fortalecer la musculatura, reduciendo así el riesgo de lesiones a largo plazo.
Otro conjunto de riesgos proviene del uso de aparatos de electromedicina, que emiten radiaciones no ionizantes. Estos dispositivos, si se manejan incorrectamente, pueden causar daños significativos. Por lo tanto, se hace indispensable contar con protección adecuada y seguir rigurosamente las directrices de uso para minimizar la exposición.
Los riesgos biológicos son también una preocupación para los fisioterapeutas, especialmente cuando interactúan con pacientes que pueden estar portando enfermedades contagiosas. La adopción de guantes, mascarillas y una higiene estricta es crucial para garantizar la seguridad tanto del profesional como del paciente.
Finalmente, los aspectos psicosociales no deben ser subestimados. El contacto constante con pacientes puede resultar en estrés, agotamiento emocional y desmotivación. Para mitigar estos efectos, se sugiere variar las tareas, hacer pausas regulares y fomentar un ambiente de comunicación abierta en el lugar de trabajo. Técnicas como la meditación y los ejercicios de respiración se perfilan como herramientas útiles para lidiar con el estrés acumulado.
El bienestar de los fisioterapeutas debe ser una prioridad, dado su rol esencial en el cuidado físico de las personas. La implementación de estrategias preventivas adecuadas es fundamental para asegurar que estos profesionales puedan continuar ofreciendo una atención de calidad, protegiendo al mismo tiempo su propia salud y bienestar.