El Consejo Insular de Mallorca ha tomado medidas significativas para combatir la creciente congestión vehicular en la isla, especialmente durante la temporada alta turística. Un reciente estudio de carga reveló la urgente necesidad de regular la entrada de vehículos que ingresan a Mallorca sin tributar en las Islas Baleares. Este estudio se enfoca en el preocupante aumento del tráfico y la congestión en las carreteras mallorquinas, según ha señalado el Consejo.
En 2023, cerca de 380.000 vehículos llegaron a la isla, más del doble en comparación con los números reportados en 2017. Esta cifra representa entre el 35% y 40% del parque automotor de los habitantes de Mallorca, que actualmente suma 829.000 automóviles. Cabe destacar que el estudio establece que el máximo de vehículos idealmente circulando en la isla debería ser de 835.000, con base en las condiciones de 2017. Sin embargo, durante la semana álgida de agosto de 2023, se registró un tráfico de más de 956.000 coches, lo que demuestra un excedente de aproximadamente 120.000 vehículos.
En respuesta a esta crisis, el presidente del Consejo Insular de Mallorca, Llorenç Galmés, ha subrayado la necesidad de regular la entrada de vehículos que no pagan el impuesto de circulación local. Galmés ha expresado su intención de proponer una legislación que permita al Consejo establecer un límite en el número de vehículos, similar a los controles ya implementados en Formentera y en proceso en Eivissa.
Una de las estrategias consideradas es la introducción de una tasa para los vehículos turísticos, pensada más como medida disuasoria que recaudatoria, aplicable únicamente durante la temporada alta. Las autoridades buscan desarrollar esta legislación en colaboración con los sectores implicados, con la finalidad de mitigar la saturación vehicular que enfrenta la isla.
El Consejo Insular propone, entre sus planteamientos, la implementación de restricciones de acceso que otorguen preferencia a los residentes, complementadas con una tasa diaria por definir. También se planifica la expansión de la infraestructura ciclista, con la adición de 60 kilómetros de carriles segregados para bicicletas y peatones.
El plan incluye, además, la creación de 40 aparcamientos disuasorios, de los cuales 14 ya están operativos, para incentivar el uso del transporte público gracias a su proximidad a estaciones de autobuses y trenes, que ofrecen más de 7.000 espacios. Por otro lado, se busca impulsar planes de movilidad local, fomentar la movilidad compartida, revitalizar líneas ferroviarias como la de Llucmajor, y mejorar las frecuencias y los carriles destinados al transporte público. Estas acciones se integran en un esfuerzo amplio para aliviar la presión del tráfico sobre las carreteras mallorquinas.