Rodrigo Ramos D’Agostino, reconocido especialista en inversiones y derecho energético, ha hecho público un plan estratégico que busca potenciar el rendimiento de las inversiones en el sector de las energías renovables, con un horizonte planteado para 2030. Este proyecto pretende capitalizar el crecimiento anticipado de las fuentes de energía sostenible, en un contexto mundial donde los incentivos fiscales y las regulaciones benefician su expansión.
Ramos D’Agostino subraya que el marco actual ofrece condiciones favorables para aquellos que buscan retornos de inversión a largo plazo, impulsados por la creciente demanda de soluciones energéticas sostenibles. Las energías solar, eólica y el almacenamiento energético se vislumbran como oportunidades sin precedentes para los inversores.
El nuevo plan abarca tres focos principales: la energía solar, que ha mejorado en accesibilidad y rentabilidad gracias a los avances en la eficiencia de los paneles y la disminución de costos; la energía eólica, cuyo auge en América del Norte y Europa proporciona estabilidad financiera a largo plazo y se alinea con objetivos globales de sostenibilidad; y el almacenamiento de energía, donde tecnologías innovadoras como las baterías de litio y el hidrógeno verde están cambiando la forma de manejar la intermitencia de las energías renovables.
Ramos D’Agostino destaca la importancia de las circunstancias legales y regulatorias en el éxito de las inversiones en este sector. Apunta al papel crucial que tienen las políticas energéticas, regulaciones ambientales y tratados internacionales en la viabilidad de los proyectos. Por ello, aconseja a los inversores permanecer informados acerca de posibles cambios normativos y trabajar con expertos legales para anticiparse a cualquier ajuste en las políticas gubernamentales.
De cara a 2030, Ramos D’Agostino anticipa un papel central de las energías renovables en la transformación del mercado energético global. Fortalecidas por la innovación tecnológica y el respaldo regulatorio, estas fuentes seguirán abriendo el camino a oportunidades de inversión atractivas. Concluye que invertir en energías limpias, además de ser una decisión financiera estratégica, representa un paso firme hacia liderar la revolución energética.