Mientras la ONU se prepara para lanzar un llamamiento de financiación récord de 4.200 millones de dólares para apoyar las operaciones de ayuda en Sudán, el país enfrenta lo que ha sido catalogado como «la mayor y más devastadora crisis de desplazamiento, humanitaria y de protección del mundo actual». Los enfrentamientos que estallaron en abril en la capital, Jartum, han terminado con las esperanzas de un proceso de paz iniciado a finales de 2022, que prometía la instalación de un gobierno civil tras la caída del dictador Omar al-Bashir.
La violencia surgió entre las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Apoyo Rápido, dando lugar a un conflicto armado cuya brutalidad ha sido condenada por la ONU, que también ha exigido un diálogo urgente entre las partes en conflicto. Este estallido de violencia ha desencadenado una crisis humanitaria que afecta a más de 30 millones de personas, más de dos tercios de la población del país, quienes requieren asistencia urgente.
El colapso económico causado por la guerra ha llevado a un aumento drástico en los precios de alimentos, combustible y otros productos básicos. Más de la mitad de la población enfrenta niveles alarmantes de inseguridad alimentaria, con condiciones de hambruna confirmadas en varias localidades y un aumento de las tasas de desnutrición, especialmente en Kordofán del Sur.
El desplazamiento masivo de personas también ha generado una crisis de proporciones sin precedentes, con más de tres millones de refugiados y casi nueve millones de desplazados internos. Esta cifra totaliza más que la población de Suiza, y muchos de estos desplazados se encuentran en condiciones críticas, enfrentando escasez de recursos y acceso limitado a servicios esenciales, así como brotes de enfermedades.
La inseguridad ha sido otro de los efectos devastadores del conflicto, con más de 18.800 civiles reportados como muertos y un incremento alarmante de la violencia. Las mujeres y niñas son las más afectadas, expuestas a un riesgo elevado de violaciones, matrimonios forzados y secuestros.
La falta de financiación se ha convertido en un obstáculo significativo para la capacidad de la ONU de proporcionar la asistencia necesaria. Ante el aumento de las necesidades humanitarias, el lunes se dará inicio al llamamiento de fondos que busca reunir 4.200 millones de dólares, además de 1.800 millones adicionales destinados a ayudar a los países vecinos que albergan a los refugiados. Estos fondos son críticos para alcanzar a los 21 millones de personas que necesitan ayuda y garantizar la asistencia mínima en esta crisis sin precedentes.