Dos años después del inicio del devastador conflicto en Sudán, el Secretario General de la ONU, António Guterres, ha subrayado la urgencia de no olvidar el sufrimiento que atraviesa la población sudanesa. Durante un reciente pronunciamiento, Guterres planteó su preocupación por el persistente flujo de armas y combatientes en el país, advirtiendo que esta situación no solo perpetúa la guerra, sino que también puede propagar la violencia hacia otras áreas regionales.
La escalada de violencia en Sudán ha estado relacionada con las recientes actividades de grupos de oposición en Darfur, donde se han documentado atrocidades consideradas alarmantes. Guterres lanzó un llamado a la comunidad internacional para detener cualquier injerencia externa, que podría, según sus palabras, generar divisiones perjudiciales entre las regiones bajo control del gobierno y aquellas dominadas por la oposición. «El apoyo externo y el arribo de armas deben cesar. Los actores con influencia sobre las partes en conflicto deben utilizarla para mejorar la vida de los sudaneses, no para agravar esta tragedia», enfatizó.
En lo que se considera uno de los peores episodios de crisis humanitaria a nivel global, Sudán enfrenta una compleja situación. La capital, Jartum, ha sufrido daños severos en su infraestructura, y tres millones de personas se encuentran en necesidad urgente de asistencia humanitaria. Luca Renda, representante del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en Sudán, mencionó la «destrucción masiva» que ha dejado al país con escaso acceso a servicios básicos como agua potable y electricidad.
La situación en Darfur no es menos crítica. Una reciente masacre en el campo de Zamzam, que resultó en la muerte de 400 civiles, incluidos diez trabajadores de la salud, ha provocado el desplazamiento de más de 80.000 personas. Las proyecciones indican que esta cifra podría ascender a 400.000, ya que muchos hombres se ven forzados a huir para evitar ser capturados por las fuerzas enfrentadas.
Además de la violencia física, los índices de violencia de género han alcanzado niveles alarmantes. Desde Port Sudan, el jefe de la misión de la Organización Internacional para las Migraciones ha reportado testimonios de mujeres atacadas en presencia de sus familiares, evidenciando un uso sistemático de la violación como arma de guerra. De acuerdo con la directora regional de ONU Mujeres para África Oriental y Meridional, se ha registrado un incremento del 288% en la demanda de asistencia para sobrevivientes de violencia sexual.
Mientras la comunidad internacional observa con creciente inquietud, la situación en Sudán continúa deteriorándose, dejando a millones de personas atrapadas en un ciclo de inseguridad y sufrimiento.