Expertos Alertan Sobre Engaños en Etiquetas de Alimentos

Angel

Cada vez es más habitual que las personas busquen una alimentación más sana y saludable, pero esto no siempre es fácil. Uno de los principales problemas es hacer frente a la publicidad en el sector de la alimentación, que a menudo provoca que los usuarios desatiendan las etiquetas nutricionales de los productos.

Uno de los principales desafíos que enfrenta el consumidor actual es su desconocimiento acerca de los procesos de producción alimenticios y la adopción de estrategias poco eficaces para mantener una dieta saludable. Luis Cañada, responsable de estudios nutricionales de FITstore.es, comenta: “Técnicas habituales como comer menos cantidad, restringir alimentos o contar calorías son errores comunes. Es esencial tener en cuenta la calidad de los alimentos que se consumen, leyendo correctamente las etiquetas de cada producto”.

Consejos para interpretar las etiquetas nutricionales

Fíjate en la lista de ingredientes antes que en los reclamos publicitarios del envase

“Esta lista proporciona información fundamental sobre qué contiene realmente el producto y está ordenada de mayor a menor, es decir, los ingredientes que aparecen primero son los que se encuentran en mayor cantidad”, explica Cañada. Es crucial prestar atención a los ingredientes que ocupan los primeros lugares: si el producto contiene azúcares, harinas refinadas, aceites hidrogenados o aditivos artificiales al principio de la lista, no será interesante independientemente de los reclamos que tenga en el frontal. Aprender a revisar el listado es fundamental.

No calcules por 100g, hazlo por ración

Ten en cuenta la unidad de consumo y no tanto los 100g, y usa esta última medida solo como referencia para comparar productos análogos. “Los valores nutricionales por 100g casi nunca se ajustan a los valores por porción, que es lo realmente interesante. Dejamos de escoger productos solo revisando los 100g cuando el tamaño por ración no tiene nada que ver. Además, permite llevar una alimentación mucho más flexible”.

Las calorías por sí solas no significan nada

“Centrarse solo en las calorías es aislar sin sentido y no sirve de nada por sí solo”, asegura Cañada: “Es como elegir un coche por el color sin prestar atención a su motor o a sus prestaciones”.

Cuidado con los reclamos High Protein y rico en fibra

Los alimentos funcionales están de moda, es un hecho. Sin embargo, “la fibra nos la han vendido siempre como necesaria y deficitaria en nuestra dieta. Eso es solo una verdad a medias. Consumir más fibra no garantiza mejor tránsito intestinal”.

Es importante combinar el consumo de fibra con la cantidad adecuada de agua para mantener un equilibrio correcto entre hidratación y salud intestinal.

Por otra parte, la tendencia de los productos altos en proteínas sigue en auge y ya podemos acceder incluso a través de las marcas blancas. El “high protein” es peligroso porque socialmente se está adoptando como sinónimo de comer mejor y tampoco es eso; hay que saber identificar qué fuentes proteicas se están empleando y si es realmente necesario ese extra de proteínas. No hay que aislar ese macronutriente, pues un producto alto en proteínas no lo exime de tener grasa o hidratos, o incluso azúcares ocultos. “La proteína debe ser de calidad y provenir de la leche, los huevos, la carne y el pescado, o de buenas combinaciones si se opta por no consumir productos animales”.

Los productos «light» o «diet» incitan a un mayor consumo

Que un producto sea light no se traduce en que tenga menos calorías. Esta terminología está acuñada más allá de las calorías: “Erróneamente se cree que los productos light tienen un 30% menos de calorías, pero podría referirse a la sal, por ejemplo, y no al total calórico. Recurrir a este tipo de productos es un campo amplio y hay que ir con pies de plomo. Mientras más reclamos de venta encontramos en el frontal, más deficiencias están ocultando los productos”.

La importancia de detectar las trampas de la publicidad

Interpretar las etiquetas permite identificar estrategias turbias como el uso del reclamo “0% azúcares añadidos”. Este tipo de etiquetado suele atraer a consumidores que buscan reducir el consumo de azúcar, pero no siempre significa que el producto sea saludable. “Muchos productos que aseguran no tener azúcares añadidos contienen grandes cantidades de polialcoholes al doble o triple de precio sin aportar grandes diferencias”, explica Cañada.

Existen ciertos ingredientes que, al aparecer en la lista de componentes de un producto alimenticio, deberían encender nuestras alarmas. Entre ellos destacan las grasas trans o grasas parcialmente hidrogenadas, vinculadas con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares. Las grasas trans se encuentran comúnmente en productos horneados industrialmente, como galletas, pasteles, y margarinas.

Los jarabes de glucosa-fructosa, utilizados como endulzantes en una amplia gama de productos, empeoran la calidad nutricional de los alimentos. Estos jarabes aportan calorías vacías y están asociados con un mayor riesgo de desarrollar obesidad y enfermedades metabólicas. “Es una pena que encontrar el azúcar en los ingredientes se esté convirtiendo en una sopa de letras”, aseguran desde FITstore.

Un estilo de vida saludable más allá de la etiqueta. La próxima vez que te encuentres en el supermercado, recuerda revisar con atención las etiquetas nutricionales y no dejarte llevar únicamente por los reclamos publicitarios. La salud empieza en la comprensión de lo que comemos y en realizar ejercicio regularmente.