Las negociaciones sobre el clima de las Naciones Unidas concluyeron este domingo en Bakú, marcando un hito con el compromiso de los países desarrollados de invertir al menos 300.000 millones de dólares anuales en la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, este acuerdo ha generado descontento entre los países en desarrollo, quienes habían demandado más de un billón de dólares en ayudas y consideran que el monto acordado es insuficiente, calificándolo de «insulto». Según expresaron, el apoyo financiero prometido no cubre las necesidades esenciales para enfrentar la crisis climática a la que se enfrentan.
En el transcurso de la cumbre, también se establecieron normas para un mercado mundial de carbono respaldado por la ONU, diseñado para facilitar el comercio de créditos de carbono. Este sistema busca incentivar a los países a reducir sus emisiones e invertir en proyectos amigables con el clima. Estos acuerdos surgen en un año excepcionalmente crítico, caracterizado por las temperaturas récord y los desastres climáticos devastadores que hacen urgente la acción global.
El Secretario General de la ONU, António Guterres, expresó su decepción por la falta de resultados más ambiciosos en términos de financiación y mitigación, subrayando la gravedad del último año, marcado por el aumento constante de las emisiones. No obstante, Guterres expresó que el acuerdo alcanzado podría servir de base para futuras acciones en la lucha contra el cambio climático, instando a que los compromisos se traduzcan rápidamente en recursos financieros tangibles.
A pesar del complicado contexto geopolítico que amenazaba con desestabilizar las negociaciones, la cumbre logró apoyarse en logros previos relacionados con la reducción de emisiones y la aceleración de la transición energética. Guterres destacó el papel del multilateralismo, señalando que es capaz de sortear las cuestiones más complejas en torno al Acuerdo de París. Sin embargo, enfatizó que el acuerdo solo es un inicio y que la verdadera labor recae en los gobiernos, que deben tomar medidas decididas para implementar las nuevas pautas.
El mensaje de Guterres al cierre de la cumbre fue claro: es indispensable que los gobiernos tomen este acuerdo como una base para acciones futuras, haciendo un llamado particularmente a los países del G20, que son los responsables de la mayoría de las emisiones. Les instó a liderar con planes nacionales de acción climática que aborden todas las emisiones y muestren un compromiso firme hacia la eliminación de los combustibles fósiles.
Al reflexionar sobre los resultados de la COP29, la comunidad internacional se enfrenta a un desafío significativo. Aunque se ha alcanzado un acuerdo inicial, la implementación efectiva de estos compromisos es crucial para transformar las promesas en acciones concretas. De no suceder así, podría comprometerse seriamente la lucha global por garantizar un futuro habitable para las próximas generaciones.